Calles para un pez luna

En Calles para un pez luna, el lector ingresa en un mundo sumergido, símbolo del nuestro, al que podrá asomarse por el cristal circular de un ojo de buey, y del que terminará participando plenamente a través de un recorrido guiado por las calles desoladas y estáticas de una ciudad fantasma. En este ambiente acuático y opresivo, una escritura que naufraga —en hojas sueltas, en cartas flotantes—, a la deriva —y que deriva: pues cabe destacar la variedad rítmica de las composiciones, así como la proliferación de imágenes—, esboza la contraposición irreconciliable entre el...