Verás el cielo abierto

Me gustaría que se leyera este libro como se entra en una habitación íntima, en una tarde de lluvia, y uno se pone cómodo, se sirve un té o una copa y se siente a gusto sin necesidad de ir a otra parte. Esta habitación unas veces será luminosa con la ventana abierta por donde llegan los perfumes desde el fondo de la memoria; otras, podrá ser cálida y confortable, y bastará con observar el pavimento de madera, los cuadros, los muebles, las fotos amarillas que se guardan en el álbum, mientras suena una música de jazz. Si el lector, al terminar el libro, cree que ha pasado la tarde...