El nacimiento de las élites

Noche tras noche, los pecaminosos juegos de Griffin Cain convirtieron a la seria y conservadora Sydney Edwards en una mujer voluptuosa, pero todo eso terminó cuando Griffin pasó a ser su jefe. Ella siguió ayudándolo en la sala de juntas... aunque Griffin en realidad la quería en su cama.

Este libro es una compilación de relatos cortos en el cual el narrador decide adoptar el oficio de taxista para desentrañar personajes mágicos y situaciones nocturnas, a veces alucinantes pero reales que ocurren en la convulsa Madrid de principios del siglo XXI. Historias humanas inmersas en una cultura emergente cuyo proceso de inmigración dinamizó abruptamente las estructuras de una sociedad anclada a su memoria. Esa ciudad posmoderna pero a la vez clásica que ya no duerme, que siempre come, que atrae a millones de turistas, que detiene el planeta por un partido de fútbol y en la que ...

In this conclusion to the futuristic tale begun in Hyperion, Earth has long since been destroyed, and humans now occupy more than 150 worlds linked by the Web, an instantaneous travel system created and operated by artificial intelligences (AIs)—self-aware, highly advanced computers. These worlds are about to go to war with the Ousters, a branch of humanity that has disdained dependency on the AIs. At risk are the planet Hyperion, its mysterious Tombs that travel backward in time, and the Shrike, its god/avatar of pain or retribution. Good struggles for supremacy over evil in these epic...

Julia 948 Tallia Venables necesitaba un millonario. Brad Slinger cumplía todos los requisitos para un final feliz: alto, sexy, moreno e irresistible. Pero ella no buscaba un marido; lo que la bonita científica necesitaba era un inversor. Y Brad era su hombre... al menos en lo referente a su cuenta bancaria. Pero en lo único en lo que él parecía interesado era en besarla hasta hacerle perder el sentido. De manera que Tallia decidió mantener al guapo soltero a raya. Todo iba bien... hasta que ella se enamoró. ¿Podía decirle a Brad que no era la mujer que él creía... sino la esposa...